Puede que ocurra cuando es hora de la tarea nocturna de tu hijo donde debe leer por 10, 20 o 30 minutos. Puede que se aproxime el reporte de un libro. O puede que, en un día lluvioso de vacaciones donde resulte imposible salir de casa, sugieras con inocencia: “¿Por qué no lees un libro?”.

“¡Odio leer!”, responde tu hijo.

Cuando tu hijo no quiere leer, es difícil saber qué decir por temor a entablar una batalla y arriesgarse a convertir su resistencia en una profunda aversión. A continuación, te mostramos la respuesta que sugieren los expertos ante un niño que declara: “¡Odio leer!”.

  1. Descubre por qué odia la lectura tu hijo

    Cuando los niños dicen que no quieren leer, lo primero que Melissa Taylor, autora de , le recomienda a los padres es que descubran lo que hay detrás de la renuencia. Cuando un niño no quiere leer, tu primer paso debería ser tener una conversación con su maestro, preferiblemente una conversación en curso. Las diferencias de aprendizaje sin diagnosticar pueden manifestarse como renuencia, y el maestro es la primera persona que puede determinar si tu hijo podría beneficiarse de la evaluación y ayuda de un especialista.

    “En el caso de algunos niños, se debe a que les resulta muy complicado. Para otros, simplemente no han encontrado el libro correcto. Algunos niños solo están distraídos con la tecnología”, afirma Taylor. “Encontrar el motivo subyacente ayudará a descubrir cómo abordar el problema”. Eso podría implicar elegir un libro más apropiado para el nivel de lectura de tu hijo, encontrar un libro sobre un tema que le interese o asegurarte de que haya más tiempo sin tecnología en la agenda de tu hijo y, por lo tanto, más oportunidades de que tome un libro sin tener que presionarlo.

  2. ¿Qué preferirías hacer que leer?

    Cuando tu hijo se resista a leer, sugiere Jane Bluestein, autora de , ofrécele algunas opciones. “Pregúntale: ‘¿Cuántas páginas crees poder leer antes de tomar un descanso?’ o ‘¿Quieres hacer una de tus tareas del hogar y luego sentarte a leer?’”. Bluestein, quien ha dedicado gran parte de su carrera como maestra en una escuela en el centro de Pittsburg, PA, ayudando a los niños a volverse lectores entusiastas, afirma que intervenir en cierto grado sobre la forma en que emplean su tiempo hace la diferencia. Si tu hijo tiene que leer algo que no le interesa, pues esa es la realidad de las escuelas, señala la autora, fija un temporizador y permítele descansos de 10 minutos. “Permítele dividir la lectura, deja que termine esta página o aquel capítulo, y entonces dile: ‘Hagamos otra cosa y luego reanudamos’. Se lo merece. Merece un descanso, merece tiempo para jugar”.

  3. ¿Qué tal si te leo yo?

    “Cuando te estás desarrollando como lector, tu comprensión auditiva es mayor que tu comprensión lectora. Es por esto que los niños necesitan escuchar textos leídos de la forma correcta”, afirma la autora de , Kelly Gallagher. Que lean para él en voz alta despierta el interés del niño por la lectura, pues lo hace interactuar con lenguaje y argumentos más complejos a los que podría acceder por sí mismo. Por lo tanto, incentiva a tu hijo a leer un libro que resulte apropiado para su nivel de lectura, y también lee para él tanto como te sea posible (preferiblemente algo que le emocione).

  4. Vamos a la biblioteca

    Taylor también sugiere darle libertad al niño en la biblioteca. Permítele deambular por los pasillos y dile que puede tomar prestados todos los libros que pueda guardar en una bolsa. “Si puede llenar una bolsa con libros que le parezcan muy interesantes, leerá algunos. No tiene que leerlos todos. Puede que solo lea uno, y eso es mejor que nada”, señala la autora. Sin embargo, tener libertad y autoridad sobre la elección de los libros que le parezcan interesantes le hará sentirse más emocionado por la lectura.

  5. Cuando parece complicado, es porque tu cerebro se está desarrollando

    Cuando los niños dicen que la lectura es aburrida, que no les gusta o la odian, lee entre líneas. Lo que podrían estar diciendo realmente es: “Tengo miedo de no ser bueno para la lectura”, señala Carol Dweck, la aclamada autora de . “A menudo, detrás de este pretexto de ‘no me gusta’ se esconde la idea de que algunas personas son buenas para algo y otras no, y puede que yo no sea bueno en ello. Si les enseñamos a los niños que habilidades como la lectura son cosas en las que mejoras con el paso del tiempo si las realizas cuando resulta complicado, esto podría hacer una gran diferencia”. Puedes fomentar esta mentalidad de crecimiento al ponerla en práctica tú mismo (por ejemplo, pensándolo dos veces antes de decir cosas como “no soy bueno con las direcciones” o “no tengo talento para la música”). Y cuando la lectura resulte un trabajo arduo para tu hijo, recuérdale cuánto ha avanzado como lector. También recuérdale que, cuando la tarea se siente complicada, es porque está desarrollando conexiones en su cerebro y haciéndose más inteligente.

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