Entré pavoneándome al aula de escritura creativa, convencido de que mi experiencia como novelista y escritor científico me había otorgado la sabiduría para convertir a los niños en escritores. Cuando conocí a los estudiantes, me sentí aún más emocionado. Jennifer, de nueve años, no paraba de hablar del ensayo que tenía planeado. Ethan, de ocho años, era un escritor prolífico con planes detallados sobre la historia que había estado imaginando durante semanas.
Avancé hasta el frente de la sala e inicié mi discurso sobre las distintas manifestaciones de la historia en nuestras vidas. En cuestión de minutos, las sonrisas se volvieron bostezos. ¿Qué ocurre con la capacidad de concentración de los niños de hoy en día? Resumiendo mi lección, les asigné lo que creí sería una actividad sencilla.
“Tomen sus bolígrafos y escriban una página sobre lo más asombroso que les haya ocurrido”.
Susurros, quejas y gestos de disgusto. ¿Acaso la palabra “asombroso” había pasado de moda? No pasaba nada, había preparado una lista de ideas de escritura apropiadas para la edad de los niños. “¿Cómo crees que será el mundo cuando crezcas? ¿Qué harías si tuvieras un millón de dólares? ¿Qué hiciste durante las vacaciones de verano?”.
De pronto, se había formado una rebelión de pequeñines. “¡Se suponía que esto sería divertido!”, “¡no sé qué escribir!”, “¡es muy difícil!”, “¡quiero irme a casa!”. Me dijeron que mis temas inspiradores eran “tontos”, y aún peor, “¡aburridos!”.
Estos pequeños me decían cosas parecidas a las que me dice mi editor. ¿Cómo se atrevían? ¡Yo era un ! ¿Acaso no habían leído la reseña del New York Times?
Mientras las protestas se convertían en lágrimas, miré el reloj. Habían transcurrido 10 minutos de la primera clase. Faltaban 5 horas y 50 minutos. Por un lapso de seis semanas.
Cielos. Me estaba enfrentando a esa complicada etapa del desarrollo que ocurre justo después de que los niños aprenden a expresar ideas convincentes, pero sin haber aprendido a expresarse diplomáticamente.
Abandoné mi anticuado plan de clase y confronté a una audiencia que sabía diferenciar entre lo aburrido y lo inspirador, y que no dudaba en hacérmelo saber. Al final de las seis semanas en el campo de entrenamiento de escritura creativa, aquellos sargentos en miniatura me habían convertido en una máquina implacable de enseñanza.
Desde entonces, he instruido a niños de 6 a 16 años, he enseñado en aulas que tienen desde dos hasta 32 estudiantes y he sido llamado de emergencia para inspirar a niños que están bloqueados en la escritura. A través de muchas pruebas e incluso más errores, descubrí cinco técnicas infalibles para que los niños siempre se animen a escribir. Independientemente de que tengas 25 estudiantes o solamente uno, usa los siguientes ejercicios para acabar con las inhibiciones, desarrollar una trama y convertir la creación de historias en un juego cooperativo en lugar de un ejercicio individual.
Historia en cadena
El primer avance con los niños ocurrió cuando tuve un gran momento de creatividad, y lo he usado como método infalible desde entonces.
Primero, expliqué la diferencia entre una historia y un conjunto de eventos. La historia es un conflicto, compuesto de deseos y obstáculos, donde cada obstáculo sorprende al lector y aumenta la tensión mientras pone a prueba las fortalezas y debilidades del personaje principal.
Posteriormente, expliqué que toda la clase iba a crear una historia en conjunto, en ese mismo instante. Antes de que tuvieran tiempo de protestar, les presenté un escenario: “Inicia la historia: un grupo de niños están sentados frente al maestro de escritura creativa preguntándose si la clase va a ser aburrida”.
Luego, me dirigí al niño más parlanchín y sabelotodo y lo puse entre la espada y la pared: “¿Qué sucede luego, Nick?”.
A Nick se le ocurrió un incidente interesante que involucraba a un ninja y a una banana. Muy bien. Me dirigí a la niña más extrovertida del salón.
Amy, “¿cómo reacciona el personaje principal al próximo obstáculo que enfrenta?”.
Amy se las arregló para presentar a un caballo y una conversación sobre los sentimientos del ninja. Bien.
“Ya tenemos la motivación del ninja. ¿Cuál es el siguiente obstáculo, Lakeesha?”.
Cada estudiante tenía que crear el próximo evento de la trama — la reacción del protagonista para superar el obstáculo —, así como presentar un nuevo obstáculo que sorprendiera al lector.
“¡El ninja hace que el caballo se coma la banana, pero el caballo se ahoga!”.
Al final de la primera ronda, el sarcasmo se convirtió en interés por la historia que iba surgiendo. Los niños se sorprendían unos a otros con sus elecciones, impulsando la creatividad. No pasó mucho tiempo para que los chiquillos comenzaran a compartir ideas y los más tímidos levantaran la mano.
Las historias en cadena entre padre e hijo o entre tutor y estudiante pueden ser incluso más divertidas, pues al poner al niño en el mismo terreno que el adulto, el niño experimenta un mayor poder imaginativo (y en ocasiones travieso) para mover la trama de una u otra forma.
Ahora bien, ¿cómo logras que tu niño escriba? Puedes comenzar con:
La estructura de la historia: Inspirarlo con animales
No me refiero únicamente a historias tiernas sobre cachorritos. El biólogo E. O. Wilson lo llama biofilia, o amor por la vida. Quizá porque los animales despiertan de forma natural la curiosidad y el pensamiento metafórico de los niños (“¿Qué están pensando los animales?”, “¿cómo me sentiría si fuera un ratón?”, etc.), los temas relacionados con animales inspiran a niños de todas las edades, desde bebés hasta adolescentes, escribiendo desde ficción hasta ensayos persuasivos.
Supongamos que quieres enseñarle la estructura del ensayo de cinco párrafos a un niño de 8 años. Tiene que escribir un párrafo introductorio, tres párrafos de apoyo y una conclusión. Cada párrafo debe contener tres detalles y una frase de transición. ¿Cómo logras que siga esta estructura insípida sin aburrirse al punto de las lágrimas? Ofrécele este tema: “¿Quiénes son mejores mascotas: los gatos o los perros?”.
A medida que surjan las opiniones apasionadas, comienza otro ejercicio de historias en cadena, excepto que esta vez crearán un ensayo de no ficción. Cada niño puede expresar un argumento, y el siguiente niño tiene que decir: “Pero por otro lado…” y dar una opinión contraria, lo que motiva a los niños a pensar más allá de sus reacciones instintivas.
Cuando ya estén emocionados, diles que dejen de hablar y escriban un ensayo para convencer a todos los niños con los que discreparon. Estarán tan ocupados organizando sus argumentos que ni siquiera notarán que están aprendiendo la estructura de un ensayo de cinco párrafos.
¿Te enfrentas con niños sofisticados de 13 años que son demasiado indiferentes como para actuar con tanta pasión? Léeles este párrafo en voz alta:
“¿Es ética la experimentación con animales? Muchas de nuestras medicinas necesitan ser experimentadas en animales, lo que les causa sufrimiento. ¿Con qué animales no se deberían experimentar las medicinas? ¿Con los animales lindos? ¿Con los animales inteligentes? Los cerdos no son lindos, pero son igual de inteligentes que los perros. Los conejos no son inteligentes, pero son lindos. Mientras más relacionado esté el animal con los humanos, mejores serán las predicciones respecto a la seguridad de las medicinas. Por lo tanto, ¿deberíamos experimentar con los monos?”.
Motivarlos a pensar en lo que opinan sobre la ética animal es un buen punto de partida para hacer que los adolescentes sustenten sus intuiciones morales con argumentos claramente articulados.
Sin embargo, lo más milagroso es el efecto que tienen las historias de animales en los niños pequeños. Un niño de 6 años que no puede aceptar el divorcio de sus padres escribirá una conmovedora historia sobre un conejito que se siente abandonado pero que debe aprender a saltar entre la madriguera de mamá y la madriguera de papá. Observar cómo los niños procesan sus emociones con personajes animales me ha enseñado mucho sobre el propósito profundo de las historias en el desarrollo del carácter.
Escribir sobre cada personaje
Los escritores principiantes creen que las historias se escriben tal como se leen, es decir, comenzando por la primera oración y continuando con una serie ordenada de oraciones hasta llegar a la última, y que la historia o argumento debe darse en algún punto intermedio. Este enfoque sin planificación lleva a divagar, perderse y desistir.
Un arquitecto no comienza la casa construyendo la puerta principal. Los arquitectos necesitan un plano antes de poner el primer ladrillo, y los escritores necesitan un plano antes de escribir la primera palabra.
Uno de los elementos más sencillos para un buen modelo de historia en la escritura creativa es algo llamado “la hoja del personaje”. Escribe el nombre del personaje en la parte superior. Posteriormente, responde cuatro preguntas: ¿Qué quiere el personaje?, ¿cuáles son los obstáculos?, ¿cuál es su fortaleza?, ¿cuál es su debilidad? Pídele a tu hijo que responda estas preguntas para cada personaje antes de que comience a escribir. Solo después de que las hojas del personaje estén completas para todos los personajes principales es que procedemos a pensar sobre la historia en su totalidad.
Si los niños están escribiendo ensayos persuasivos, pídeles que creen un modelo llamado “hoja de argumento”, donde respondan cuatro preguntas: ¿cuáles son mis creencias?, ¿qué creen las personas que discrepan conmigo?, ¿cuál es el punto fuerte de mi argumento?, ¿cuál es el punto débil de mi argumento? Solo si responden estas cuatro preguntas les permito escribir el “esquema del ensayo”, el cual explicaré a continuación.
Los nueve puntos de la historia
Si comenzar una historia es difícil, terminarla lo es incluso más. Muchos niños amantes de la escritura son excelentes para comenzar la historia y pésimos para terminarla. Escribir una trama sin planificación los hace sentir perdidos, frustrados y bloqueados.
Cuando trabajaba en Pixar, el escritor y director Teddy Newton me enseñó los nueve puntos que toda historia convincente debe seguir. Pídele a tu hijo que complete estas oraciones antes de que comience a escribir:
Había una vez un…
Y todos los días…
Hasta que un día…
Y a causa de esto…
Y a causa de esto…
Pero entonces un día…
Y a causa de esto…
Y a causa de esto…
Y desde ese día…
No importa si se trata de El gato en el sombrero o El padrino, todas las historias que cautivan a millones de lectores siguen este formato. Cada vez que uno de mis pequeños escritores dice que no sabe qué escribir a continuación, le digo que haga una pausa y responda los nueve puntos de la historia. Cualquier escritor que complete las oraciones de arriba tendrá un plan concreto para una historia con inicio, intermedio y final.
En el caso de los ensayos persuasivos, les pido a mis estudiantes que sigan un esquema de cinco párrafos. En la parte superior, los estudiantes deberían escribir “Yo creo”. Este es el párrafo introductorio. Posteriormente, deberían escribir “Razón número uno. Razón número dos. Razón número tres”. Estos son sus tres párrafos de apoyo. Solo después de escribir las tres razones les permito escribir debajo de cada razón: “Detalle de apoyo número uno. Detalle de apoyo número dos. Detalle de apoyo número tres.”
Cuando hayan escrito sus nueve detalles de apoyo, les permito que comiencen a escribir. Esto les permite sacar una conclusión teniendo en cuenta el ensayo que han desarrollado. El esquema del ensayo debería verse así:
Yo creo…
Razón número uno.
Detalle de apoyo número uno.
Detalle de apoyo número dos.
Detalle de apoyo número tres
Razón número dos.
Detalle de apoyo número uno.
Detalle de apoyo número dos.
Detalle de apoyo número tres
Razón número tres.
Detalle de apoyo número uno.
Detalle de apoyo número dos.
Detalle de apoyo número tres
DzԳܲó
No les pido que escriban la conclusión hasta que hayan escrito el ensayo.
El don natural que tienen los niños para la narrativa es bloqueado por la forma en que tradicionalmente enseñamos a escribir en la escuela, por lo que digo:
La creatividad está primero, la gramática y la ortografía después
Puede que este consejo te sea difícil de aceptar, sobre todo si eres un padre ansioso por refinar las habilidades de escritura académica de tu hijo. Sin embargo, es provechoso darle la oportunidad a tu hijo de experimentar la escritura sin correcciones, sin importar lo malas que sean la ortografía y la gramática.
Si cuestionas la veracidad de esta afirmación, piensa en todos los adultos con excelente gramática y ortografía que no pueden escribir un ensayo interesante. Culpa a su escuela. En nuestra época — en las décadas de 1990, 1980 y 1970 — se nos enseñaron reglas gramaticales y ortográficas tan estrictas que nunca aprendimos a dejar que la escritura fluyera. El miedo a cometer errores gramaticales u ortográficos ha paralizado a muchos adultos inteligentes que son capaces de contar una gran historia o explicar una idea maravillosa, pero que son incapaces de escribirla.
La creatividad es espontánea, holística, milagrosa. La gramática y la ortografía son analíticas, basadas en normas y reduccionistas. Involucrar de forma prematura el lado analítico del cerebro del niño en el proceso sabotea la creatividad. El verdadero flujo narrativo debe ser desordenado.
Tu primer trabajo no es enseñarle a tu hijo a editar, sino incentivarlo a escribir. Las ediciones, correcciones y reescrituras pueden venir después, pero hasta que tu hijo no haya plasmado una historia o un ensayo en la página, hablar sobre gramática u ortografía es una forma segura de apagar la creatividad.
Antes de comenzar este ensayo, enumeré mis cinco técnicas de escritura y posteriormente describí brevemente los detalles. Ahora que he permitido que mis ideas fluyan a través del bolígrafo, revisaré y corregiré mi espantosa ortografía y mi torpe redacción. Tras varios borradores y una edición rigurosa, crearé la ilusión de que tenía una idea clara del tema antes de comenzar a escribir. Así es como escriben los escritores profesionales, y así es como los niños aprenden a escribir —una palabra desordenada a la vez—.
¿Tienes un estudiante de escuela intermedia? Dale un vistazo al video de Milestones para saber cómo es la escritura en la escuela intermedia.