Muchos padres odian o les temen a las matemáticas. El problema es que los niños se dan cuenta de esos sentimientos y también sienten ansias por las matemáticas. Las investigaciones han demostrado que, cuando las matemáticas ponen demasiado ansiosos a los niños, esto afecta su capacidad para resolver problemas.
Un estudio descubrió que la ansiedad matemática de un padre redujo el aprendizaje matemático de su hijo.
Si tienes sentimientos negativos por las matemáticas, puedes evitar que estos se pasen a tu hijo al cambiar la forma en la que hablas sobre las matemáticas en casa. En lugar de decirle a tu hijo que no eres bueno con las matemáticas o que no te gustan, alienta a tu hijo a que explore las matemáticas por sí mismo con una mente abierta. A continuación, te presentamos cómo puedes lograrlo:
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Si tu hijo dice: “Necesito ayuda. No sé cómo hacer el diagrama”.
No digas: “¿Diagrama? ¿Por qué te ponen tanto trabajo para contestar una simple división? No me gustan las matemáticas. Esperemos a que llegue tu papá”.
En su lugar, di: “¿Dibujos en la clase de matemáticas? Suena como una forma divertida de aprenderlas”.
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Si tu hijo dice: “¿Cuánto crees que cuesta esta sandía grande?”.
No digas: “No lo sé. Sabes que no soy bueno con las matemáticas”.
En su lugar, di: “No lo sé. ¡Vamos a pesarla! Y así podemos estimar el precio con base en lo que pesa”.
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Si tu hijo dice: “¿Cuánto tiempo falta para llegar?”.
No digas: “Un poco menos que la última vez que preguntaste”.
En su lugar, di: “Vamos a descubrirlo. Estamos conduciendo a 25 millas por hora. Y nos faltan alrededor de ocho millas. ¿Cuánto tiempo crees que falta?”.
Al mantener una postura neutral al hablar de las matemáticas (o mejor aún, manteniendo una postura positiva) le ayudarás a tu hijo a mejorar en las mismas.
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