Durante nuestras charlas nocturnas a la hora de acostarse, mi hija de 7 años me ha estado contando sobre las conspiraciones que tal niña planea para permitirle o no a otras niñas jugar con ella. Escucho en la oscuridad mientras ella reflexiona sobre la parte más importante de su día, el recreo, y me dice “¿cómo puedo detener esta agonía?”. Y la mayoría de las veces se contesta a sí misma: “no importa. Simplemente me sentaré sola”.

Después de varias noches escuchando lo mismo, le envié un correo electrónico a los padres de una de las chicas para que me informaran sobre lo que estaba escuchando: ¿había decidido su hija no ser amiga de mi hija? El padre inmediatamente me contestó que había estado hablando con su hija, como todas las noches, y en lo que a su hija concierne, ella y mi hija tienen una amistad sólida y no hay nada de qué preocuparse. (Confesión: Mi hija heredó el gen de ansiedad de mí).

Regla de oro: 10 minutos al día

“Qué interesante”, pensé, los dos estábamos escuchando a nuestras hijas durante las conversaciones nocturnas. Estoy hablando de la conversación que va más allá de “¿cómo estuvo tu día?” y “¿qué hiciste en la escuela?”. (¿Por qué? ¿Por qué hacemos estas preguntas cuando ya sabemos que escucharemos “bien” y “nada”?).

En GreatSchools, enfatizamos el valor de leerle a tu hijo todos los días (idealmente 30 minutos), porque es muy importante para sentar las bases del éxito académico de un niño. Pero, ¿qué sucedería si en todo el país se instituye la norma de “hablar con tu hijo al menos 10 minutos al día”? ¿Cuántos niños más encontrarían el tiempo para conectarse con sus padres sobre las cosas que nunca pueden por falta de tiempo? ¿Cuántos padres más llegarían a conocer a sus hijos que tanto aman? Vida, escuela, trabajo: todo va tan rápido que si no lo convertimos en una práctica diaria, los días pasan volando antes de tener la oportunidad de conectarnos con nuestros hijos. Olvídate de esto lo suficiente y la persona que estás criando podría dejar la casa siendo un extraño a los 18 años.

Charlando en el carro con tu hijo de 7 años

Las charlas cuando acuestas a tu hijo en la cama no son el único momento para compartir con él. Con mi hijo, hace mucho tiempo aprendí a escucharlo en el auto, ese espacio seguro donde él se siente libre como lo haría con un terapeuta: yo interpretando el papel del conductor silencioso y sin prejuicios que escucha las más asombrosas preguntas, confesiones y revelaciones sobre la escuela y la vida. Por ejemplo, cuando tenía alrededor de 7 años, mi hijo me preguntó justo cuando estábamos frente al mercado de nuestro vecindario:

“Mamá, ¿por qué estamos aquí?”.

“Siempre venimos aquí los sábados”, le contesté. “Solo estamos comprando algunas frutas y verduras. No llevará mucho tiempo”.

“No, quiero decir, ¿por qué estamos aquí, en el planeta? ¿Qué se supone que estamos haciendo aquí?”.

Alarma a la medianoche

En estos días, debo ser más estratégico al conectarme con él durante el momento más difícil del “día” para mí: por la noche. Como el autor Michael Riera escribe en su excelente libro (Mantenerse Conectado con su Adolescente), los padres de los adolescentes quisieran configurar sus alarmas para despertarse cuando la mayoría de los humanos están durmiendo. Ahí es cuando probablemente tu hijo esté más lúcido y, si es el momento adecuado, lo encontrarás de buen humor: abierto y accesible, una hermosa mezcla del niño que conociste y el futuro adulto en el que se convertirá. Tal vez, solo tal vez, me diga lo que realmente está sucediendo en la escuela secundaria y, si las estrellas se alinean, comentaremos brevemente sobre su vida, lo que la mayoría de las veces es una puerta cerrada impenetrable.

Así que, por supuesto, queremos apoyar el éxito académico de nuestros hijos leyéndoles durante esos 30 minutos. Y no olvides la regla de oro para las tareas: 10 minutos por noche por cada grado (de manera que en primer grado tu hijo debe dedicar 10 minutos al día a hacer sus tareas, y en sexto grado dedicará 60 minutos). Pero el CI (cociente intelectual) no lo es todo. Un niño con una IE (inteligencia emocional) bien fomentada tiene mucha más probabilidad de ser un adulto exitoso, uno que ha aprendido, a menudo recibiendo la atención regular de un adulto amoroso, habilidades vitales para la vida como la 𳾱貹í y el autocontrol. Así que pon en práctica la regla y escucha a tu hijo durante 10 minutos al día (¡solo 10!), que en realidad no es una regla en absoluto, sino un placer, y nos recuerda por qué los tuvimos en primer lugar.

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