Arrojar sus libros con frustración. Arrugar su tarea de matemáticas y tirarla al suelo. Salirse del campo de juego cuando el partido no sale como quiere. Estos son incidentes que deberían preocupar a los padres (y lo hacen): los momentos en que nuestros hijos se sienten frustrados y se rinden.
Si estos episodios son difíciles de presenciar para los padres, imagínate cómo se sienten nuestros hijos. Están probando algo nuevo y complicado y, en sus mentes, están fracasando. Si logras darte cuenta de esto, es un momento de enseñanza perfecto, donde puedes ayudar a tu hijo a entender que no importa cuán nuevo o complicado sea algo, los retos se superan con paciencia, práctica y esfuerzo.
“La perseverancia o ética de trabajo es una de las características más relacionadas al éxito”, dice la consejera de educación infantil, Michele Borba, la autora de (enlace en inglés). La persistencia es algo que los niños necesitan para tener éxito en la escuela y en la vida. Un (enlace en inglés) encontró que la habilidad para perseverar puede ser tan esencial como el talento o el CI para ser exitoso. ¿La buena noticia? La persistencia es una característica que puede enseñarse y aprenderse. Solo es cuestión de saber cómo ayudar a tus hijos y a no abandonarlos cuando ellos quieran rendirse.
Habla sobre la persistencia
Los preadolescentes y adolescentes se benefician al escuchar sobre la persistencia de forma regular. Así que enséñale diferentes maneras de hablar sobre la resolución de problemas: “No me rendiré”, “puedo hacerlo” y “la primera vez siempre es difícil, pero luego será más fácil”. Borba también sugiere inventar un mantra casero “para apegarse al plan”, explicando que las familias que mantienen en conjunto una actitud de “podemos hacerlo” tienden a enfrentarse a los obstáculos y errores con gracia e ingenio. Algunos mantras populares son: “Los errores no nos vencerán” y “¡la familia que no se rinde!”. Finalmente, cuéntale historias de tu propia vida o pídele al bibliotecario de la escuela que te recomiende biografías sobre personas que se impusieron y triunfaron contra todo pronóstico.
No lo soluciones por él
Cuando vemos que nuestros hijos se sienten mal porque no tienen éxito, es tentador querer tomar las riendas para hacer que todo sea mejor. Pero recuerda: aprendemos por prueba y error. Al darles a los niños la oportunidad de equivocarse, también les damos el placer de tener éxito por sí solos. La próxima vez que tu preadolescente o adolescente tenga un problema y te pida que se lo resuelvas, no lo hagas. En su lugar, siéntate con él y pídele que piense en una solución. Esto le da tiempo para pensar con la mente más descansada y le enseña valiosas habilidades para resolver problemas. Y si bien es tentador, no dejes ganar a tu hijo en los juegos, ya sea tenis de mesa o Scrabble, solo porque se sentirá triste al perder. El juego honesto y limpio le enseña la importante lección de vida de que, tanto en los juegos como en la vida real, a veces tendrás que perder para poder ganar.
Fomenta un pasatiempo
Los niños que están apasionados con algo aprenden el placer de practicar y mejorar en algo que les encanta, dice Borba. Cómprale libros sobre el tema. Aliéntalo a unirse a un club o equipo que esté relacionado con sus intereses. No solo aprenderá de primera mano lo que es dominar algo a través del esfuerzo, sino que también podría estar preparándose para su carrera universitaria.
Ten cuidado con los detonantes como “no puedo hacerlo”
¿Parece que tu hijo explota a cierta hora del día? Borba dice que, a menudo, los chicos mayores se sienten frustrados ante una tarea y se rinden simplemente porque están cansados, tienen hambre o solo porque necesitan un tiempo para desestresarse luego de un largo día en la escuela. Así que asegúrate de que tu preadolescente o adolescente haya comido bien, descansado lo suficiente y tenido una oportunidad para relajarse antes de sentarse a estudiar o hacer las tareas del hogar. Explícale que está preparando su mente y cuerpo para la tarea que sigue. Los chicos aprenderán a prepararse mental y físicamente para enfrentarse a un reto.
Recuerda: los chicos mayores suelen explotar porque no pueden hacer algo bien. Evita recriminar (“te dije que esto sería difícil”) o reaccionar con tu propia ira que, a veces, puede ser justificable (“¡No me grites solo porque tienes problemas al estudiar para tu examen de historia!”). Si pierdes la calma, aléjate por un momento. Además, recomiéndale a tu hijo que tome un descanso y continúe luego de haberse calmado.
Presiónalo un poco
Esta es una de las formas más complicadas pero esenciales para ejercitar los músculos de la persistencia en tu hijo. Para los chicos mayores que son buenos en una cosa, suele ser tentador quedarse en su zona de confort y no salir de allí. La próxima vez, presiona a tu hijo para que ponga un poquito más de esfuerzo. Para esto, los temporizadores de cocina son el mejor amigo de un padre. Si tu hijo practicó palabras de vocabulario por 10 minutos esta semana, coloca el temporizador en 15 minutos para la semana siguiente. No olvides darle palabras de aliento: “Lo hiciste excelente al practicar por 10 minutos. Veamos si podemos hacer que esto sea un poco más difícil para ti”.
Pero no fijes expectativas demasiado altas
Si bien quieres alentar a tu hijo a esforzarse más, tampoco fijes expectativas que superan su capacidad para triunfar. Si ves que tu hijo fracasa y se decepciona cada vez más, pregúntate si quizás estás esperando demasiado de él. ¿El equipo de fútbol es demasiado avanzado para tu hijo? ¿Eres tan buena en Scrabble que tu hijo simplemente nunca puede ganar? Si la respuesta es sí, es hora de bajar las expectativas para que tu hijo pueda experimentar el reto perfecto para él.
Recuérdale los momentos de éxito
“¡Nunca podré hacerlo!”. Es probable que hayas escuchado a tu hijo decir esta triste queja de derrota. En momentos como estos, convierte a tu hijo en el héroe de la historia. Recuérdale los momentos triunfales en los que tuvo problemas para lograr algo pero siguió intentándolo y tuvo éxito. “¿Recuerdas cuando tenías miedo de entrar a una escuela nueva pero te llenaste de valor y al final te encantó?”. Esta clase de charla motivadora a veces es todo lo que los chicos necesitan para intentarlo una y otra y otra vez. Y cuando tu preadolescente o adolescente siga esforzándose, reconócelo. “Seguiste con tu proyecto de ciencia aunque era difícil. Deberías estar muy orgulloso. Yo estoy orgulloso de ti”.
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