En algún momento, generalmente entre los 5 y los 6 años, la mayoría de los niños comienzan a leer. Ver a un niño pasar de no saber leer a entretenerse y educarse con un libro es, para muchos padres, uno de los hitos y milagros de la vida familiar.
Aprender a leer con precisión, fluidamente y con una buena comprensión es un conjunto de habilidades cruciales para el éxito escolar. Las escuelas lo saben. Es por eso que en las mejores escuelas, los primeros grados se dedican a enseñar a los niños a leer utilizando métodos científicamente comprobados.
Pero en muchas escuelas, en todo tipo de vecindarios, aproximadamente uno de cada tres niños no dominan las habilidades que necesitan. Su camino es difícil: a medida que el material que leen se vuelve más complejo, estos niños no podrán mantener el ritmo.
Esta es una de las grandes tragedias del sistema escolar estadounidense. Es aún más desgarrador cuando hablas con científicos sobre cómo lee el cerebro humano. Los investigadores estiman que entre el 2 y el 5 por ciento de los niños, la mayoría de los cuales tienen trastornos del desarrollo o problemas neurológicos profundos, nunca aprenderán a leer. ¿Qué hay del resto? Si se les da lo que los expertos dicen que es el tipo correcto de instrucción, aprenderán a leer, y la mayoría de ellos podrán leer bien.
Lo que nos muestra la investigación
Pero, ¿qué les pasa a estos niños si no reciben la clase de instrucción correcta? Los expertos en lectura los llaman “víctimas de la instrucción”. La mayoría de ellos no tienen problemas neurológicos. Ellos no son discapacitados. Sus escuelas, específicamente sus maestros de primaria, les han fallado.
En términos de resultados, la investigación cuenta una triste historia. Si tu hijo experimenta un fallo en la lectura, es casi como si hubiera contraído una enfermedad crónica y debilitante. Los niños que no están leyendo a nivel de grado en primer grado casi invariablemente siguen siendo lectores pobres en cuarto grado. Un impactante 74 por ciento de los lectores con dificultades en el tercer grado todavía tienen dificultades en el noveno grado, lo que dificulta graduarse de la escuela secundaria. Aquellos que logran graduarse de la escuela secundaria a menudo encuentran que sus sueños de universidad son frustrantemente esquivos. No te sorprenderá saber que los niños que tienen dificultades para leer se convierten en adultos a quienes se les dificulta mantener un trabajo estable; es más probable que experimenten períodos de desempleo prolongado, requieran servicios de asistencia social, y es más probable que terminen en la cárcel.
La forma correcta de enseñar a leer
No tiene que ser así. Ninguna área de la educación ha sido tan estudiada, diseccionada y discutida como la mejor manera de enseñar a los estudiantes a leer. La investigación de la Academia Nacional de Ciencias y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, combinada con la resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés) y el modelado computarizado del cerebro de los laboratorios académicos más importantes del país, proporciona una clara receta para una instrucción de lectura efectiva. Y, sin embargo, esa información es prácticamente desconocida entre los maestros, los padres y aquellos que sirven en los consejos escolares.
En casi todas las conversaciones sobre instrucción de lectura, los educadores hablan sobre diferentes enfoques pedagógicos y diferentes filosofías, como si uno fuera igual a otro. Y tal vez porque algunos niños parecen aprender a leer como aprenden a correr, a partir de la observación y por el puro amor que le tienen, puede parecer que casi cualquier tipo de instrucción de lectura puede funcionar con diferentes niveles de éxito, al menos para algunos niños. Pero los investigadores dicen que han encontrado una fórmula sencilla que, si está integrada en la instrucción, puede garantizar que el 90 por ciento de los niños lean.
¿Qué nos muestra la investigación? Resulta que los niños que probablemente se convierten en malos lectores generalmente no son tan sensibles a los sonidos de las palabras habladas como los niños que probablemente se conviertan en buenos lectores. Los niños que tienen dificultades tienen lo que se denomina “conciencia fonémica” deficiente, lo que significa que su procesador para diseccionar las palabras en sonido componentes es menos agudo que el de otros niños.
En términos prácticos, funciona así: un niño destinado a convertirse en un lector deficiente y un niño destinado a ser un buen lector pueden ambos entender la palabra “casa”, pero el lector deficiente puede no ser capaz de aplaudir a cada uno de los cuatro sonidos de la palabra (c, a, s, a) o saber que el último sonido es lo que distingue “casa” de “caso”. Si un niño se esfuerza por escuchar sonidos individuales que componen las palabras, es probable que ese niño tenga dificultades cuando intentas enseñarle que con la letra “s” se forma el sonido “sa”. Esto se convierte en un problema mayor cuando les pedimos a los niños que lean, porque la lectura implica distinguir esos sonidos individuales una y otra vez.
Este es un hecho crítico que debes saber: los científicos han demostrado una y otra vez que la capacidad del cerebro para activar la sinfonía del sonido del texto no depende del coeficiente intelectual o del ingreso de los padres.
Algunos niños aprenden sin ningún esfuerzo y desde muy pequeños que la letra “c” forma el sonido “ca” y que hay cuatro sonidos en la palabra “casa”, que para cuando ingresan a la escuela (y algunas veces incluso en pre kínder), aprender a leer es tan desafiante como estornudar. Cuando sienten que quieren estornudar, solo tienen que hacerlo. A otros niños perfectamente inteligentes les resulta difícil encontrar la diferencia entre las palabras “casa” y “caso”, o de un millón de otras sutilezas en el lenguaje.
Muchos estudios han demostrado que la conciencia fonética es una habilidad que puede fortalecerse en los niños. Después de la instrucción en conciencia fonética y alrededor de 100 horas de instrucción fonética, alrededor del 90 por ciento de los niños tendrán los fundamentos que necesitan para convertirse en buenos lectores.
Lecciones de lectura
Muchos distritos escolares han adoptado lo que denominan un enfoque de lectura alfabetizada equilibrada. Si los administradores de la escuela de tu hijo describen su programa de lectura de esa manera, tendrás que hacer algunas preguntas.
En algunas escuelas, la alfabetización equilibrada significa que los maestros de pre kínder trabajan con letras y sonidos de letras. Los maestros de kínder, primero y segundo grado imparten una progresión ordenada de lecciones fonéticas explícitas y, a medida que los niños se vuelven lectores competentes y confiados, los animan a descubrir lo mejor que la literatura y la no ficción tienen que ofrecer mientras desarrollan su comprensión a través del estudio semanal de palabras, pruebas de ortografía y análisis de historias.
En otras escuelas, la alfabetización equilibrada puede significar algo muy diferente y algo que se parece mucho a lo que se llama el enfoque de “lenguaje completo”, que ahora está ampliamente desacreditado. En estas escuelas, los maestros le proporcionan a una parte de los niños un poco de fonética (la mayoría de las escuelas ahora admiten que algunos niños necesitan fonética para ayudar a descifrar el código) y también los alientan a adivinar palabras de ilustraciones, y más tarde, a partir del contexto. A medida que los niños (con suerte) se vuelven más competentes en lectura, los maestros minimizan el estudio del lenguaje y dedican su tiempo y energía a que los niños se entusiasmen con las palabras, la lectura y los libros. Si te preocupa el éxito escolar de tu hijo, querrás más del primer tipo de instrucción (fonética y estudio de palabras) y menos del último (lenguaje completo y contexto).
Una vez que veas una instrucción de lectura basada en la ciencia bien empleada, la querrás para tus hijos. Durante seis años, Kristina Matuskiewicz, una maestra de kínder en la Escuela Primaria Edna C. Stevens en Cromwell, Connecticut, creía que, al igual que todas las maestras de su ordenada escuela suburbana, estaba ayudando a formar buenos lectores. Ella les leyó historias, identificó palabras y describió su significado, les ofreció una variedad de excelentes libros y trabajó para que avanzaran a lecturas independientes.
“Cada maestro tenía su propio enfoque para enseñar a leer”, dice Matuskiewicz.
El problema era que ninguno de sus enfoques funcionaba muy bien. En el 2007, solo el 70 por ciento de los estudiantes de tercer grado eran competentes en lectura. No solo eso, cada año, aproximadamente 33 de 489 niños en las clases de pre kínder a segundo grado requerían apoyo externo en lectura, un programa que era costoso para la escuela y para el distrito.
Cúal es la “manera correcta”
Hoy en día, los estudiantes de kínder en la clase de Matuskiewicz reciben una clase de instrucción diferente a la de sus hermanos y hermanas mayores. Durante la primera semana de kínder, Matuskiewicz se sienta con cada niño y determina si él o ella sabe las letras y los sonidos de las letras correspondientes. Los niveles de habilidad de los niños son variables. Entonces, el trabajo de clase en el otoño tiene que ver con la “clasificación”: identificar las letras y conectarlas con los sonidos.
Algunos de los niños con un agudo sentido de la conciencia fonémica están avanzando hacia lo que se denomina “texto descifrable” en el lenguaje del profesor — pequeños libros con líneas de texto llenas de palabras que se pueden pronunciar con facilidad. Después de unos 30 minutos, todos los niños detienen su trabajo y, con un movimiento amplio de la mano para cada sonido, cantan lo que se conoce como “la canción de la vocal” con gran entusiasmo. Cuando el coro de voces alegres comienza a desaparecer, Matuskiewicz parece complacida. “La mala reputación de la fonética es debido a la repetición”, dice la consultora de alfabetización de la escuela, Wendy North. “Pero mira esta aula. A nadie parece importarle eso”.
El nuevo enfoque ha aumentado los puntajes en las pruebas intermedias y se espera que los resultados de los estudiantes de primer grado que aprendieron a leer de esta manera sean altos. Ahora solo tres niños por año son referidos para apoyo de lectura, lo cual es un gran ahorro para el distrito.
La maestra de primer grado, Angela DiStefano, dice que el nuevo programa ha hecho que su relación con los padres sea más sencilla. “Antes, podíamos decir: ‘¡Ese niño no está leyendo!’ y nos encogíamos de hombros. No sabíamos qué hacer. Ahora podemos sentarnos con el padre y decir: ‘Tu hijo está teniendo dificultades para entender la regla de que cuando una palabra termina con e, esta vocal del medio suena como una e’. Y podemos describir nuestro plan para volver a enseñar esto y hacer que los padres lo enfaticen en casa y encaminar de nuevo a ese niño hacia la lectura exitosa”.
8 consejos para tener éxito en la lectura
- Si no puedes leer en inglés, practiquen leyendo juntos en español. Puedes leerle en voz alta a tu hijo. Deja que tu hijo practique a leerte imágenes, palabras, páginas e incluso libros completos. Esto le ayudará a tu hijo a desarrollar las habilidades de lectura en ambos idiomas.
- Recuerda que aprender a leer bien es crucial para el bienestar de tu hijo.
- Encuentra una escuela que use instrucción de lectura con base científica.
- Déjale claro al maestro de tu hijo que esperas informes frecuentes y detallados sobre el progreso de tu hijo en las habilidades de lectura fundamentales.
- Si tu hijo no avanza constantemente, prepárate para tomar medidas. No tomes una postura de “esperar y ver”. Si bien la espera vigilante es una buena práctica para muchos aspectos de la crianza de un niño, el progreso en la lectura temprana no es uno de ellos.
- Prepárate para encontrar alguna confusión y actitud defensiva de las personas que crees que son los expertos. No te dejes disuadir.
- A lo largo de la escuela primaria y secundaria, los maestros deben impulsar formas cada vez más sofisticadas de estudiar las palabras.
- Después de segundo grado, rodea a tu hijo con todo tipo de libros y haz que lo que está leyendo sea un tema de conversación a la hora de la cena. Escucha la forma en que tu hijo habla de los libros para asegurarte de que su comprensión continúa profundizándose.
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