Todos los días, Carissa Azbell observaba una transformación en su hijo Sam en cuanto llegaba del preescolar. “Es un ángel en la escuela. Le presta atención al maestro y pocas veces se porta mal”. En casa, relata, “es una pesadilla. Es revoltoso, tiene una mala actitud. Se queja y llora cuando las cosas no salen como quiere”.
Los padres suelen sentir confusión ante las conductas tan distintas que su hijo exhibe en la escuela y en el hogar, pero el psicólogo John Duffy asegura que es un signo saludable del desarrollo. “Es normal portarse mal: poner a prueba los límites de la niñez”, explica. “Los niños se sienten menos cómodos probando límites en la escuela, el cual es un entorno estructurado y menos familiar. Reprimen muchos sentimientos y los liberan al llegar a casa”.
La educadora de padres explica que esto refleja la sólida sensación de seguridad en tu hijo. “Los niños saben que los aman en casa”, señala. Este espacio seguro facilita que el niño se porte mal con sus padres. La educadora cuenta que lo observa todo el tiempo, “fuera de casa, los niños muestran su mejor versión”. ¿En casa? Saben que seguirán amándolos independientemente de sus acciones.
Sin embargo, esto también evidencia que tu hijo está aprendiendo, señala Craig Bailey, anterior maestro de preescolar convertido en investigador para el programa de preescolar del Centro de Inteligencia Emocional de Yale. “Tu hijo está demostrando lo que ha aprendido sobre lo que es una conducta apropiada (y lo que no) en distintos contextos”, explica Bailey. Si quieres que tu hijo sea el mismo angelito tanto en la escuela como en el hogar, intenta establecer algunas rutinas consistentes en casa (tanto similares como distintas a las de la escuela). “La consistencia entre la escuela y el hogar puede ayudar a los niños a aprender cuáles reglas son similares y cuáles son distintas”.
“Les digo a los padres que se alegren si su hijo se porta mal en casa, pero lo hace perfecto en la escuela”, señala la pediatra Laurel Schultz. “Pero si ocurre lo contrario, tenemos que hablar”.
Cuando ocurre lo contrario: se porta bien en casa, pero no en la escuela
Si un niño que se porta bien en casa tiene una mala conducta en la escuela de forma habitual, podría significar que la escuela no es la adecuada para él. Uno de los pequeños pacientes de Schultz no lograba quedarse quieto cuando se sentaban en círculo, por ejemplo, y el maestro se quejó con la madre del niño. Resultó que permanecían en círculo durante 45 minutos. “Era un niño de 3 años completamente activo y normal”, agrega Schultz. “Simplemente su cerebro aún no había madurado del todo. Cuando lo inscribieron en un preescolar donde pasaban menos tiempo en círculo, se acabó el problema”.
La mala conducta en la escuela también podría indicar un problema en el hogar. En tales casos, John Duffy recomienda que el niño acuda a terapia.
Como ocurre con la mayoría de conductas propias del preescolar, la forma en la que un niño actúa en casa y en la escuela se encuentra estrechamente relacionada con el temperamento. Por ejemplo, el gemelo de Sam Azbell, Max, es tranquilo en la escuela y relajado en casa. “Puede que sean gemelos, pero tienen personalidades completamente distintas”, afirma la madre. “Si Sam se siente frustrado, grita y se porta mal; Max simplemente rompe en llanto”.