Tu hijo da pisotones por toda la casa tras un largo día en la escuela, entra en un estado de ira silenciosa cuando le piden recoger su ropa del piso, o entra en crisis cuando le dicen que apague algún dispositivo. ¿Te suena familiar?
Los niños suelen perder el control de sus emociones con más facilidad e intensidad de lo que a los padres les gustaría. A esta edad, “Te están mostrando y comunicando sus sentimientos de la única manera que saben”, explica , una psicóloga clínica radicada en Brooklyn (enlace en inglés) que se especializa en trabajar con padres. Esto te sirve para recordar que sin importar cuán elocuentes sean, los estudiantes de tercero, cuarto y quinto grado siguen siendo niños cuyos cerebros y cuerpos aún deben desarrollarse mucho más antes de entrar a la adultez. Si aún no han aprendido a expresarse con mayor claridad (y de forma segura y respetuosa), no hay problema. A continuación, te mostramos cómo pueden ayudar los padres.
Entiende que la ira es una “tapadera emocional”
Cuando un niño es irrespetuoso y rebelde, el primer impulso del padre podría ser imponer castigos y arrebatar privilegios. Sin embargo, responder con ira a la ira de tu hijo no hace más que intensificar la tormenta emocional. El motivo por el que esta acción no funciona, según expertos en desarrollo infantil centrados en disciplina positiva, es que la ira de tu hijo no es el verdadero problema. No es más que un síntoma de lo que tu hijo siente en realidad. Por lo tanto, resulta más efectivo interpretar su ira como una “tapadera emocional” que oculta las emociones que impulsan la ira, incluyendo ansiedad, miedo, soledad e inseguridad.
Entender los sentimientos abrumadores de tu hijo resulta más necesario que nunca. Tras meses de una pandemia que ha mantenido a la mayoría de las familias en espacios reducidos 24 horas al día, los 7 días de la semana, existen incluso más oportunidades de que se pierdan los estribos. “Últimamente he escuchado mucho sobre la ira de los niños”, señala Coor. “Los niños que solían estar lejos de sus padres (en la escuela) ahora reciben órdenes todo el día”.
Al hacer el trabajo de un detective emocional (¿Se siente solo mi hijo porque está siendo excluido en la escuela? ¿Lo interrumpí a mitad de un juego y por eso se siente frustrado? ¿Le asusta que me enfade si no termina su tarea de matemáticas?), los padres pueden ayudar a su hijo a canalizar sus emociones de forma más serena y menos explosiva. Después de todo, a esta edad, los niños aún no han desarrollado por completo la corteza prefrontal, que es el centro de control del cerebro para la función ejecutiva que ayuda a los humanos a regular sus complicados sentimientos.
Permítele expresar sus sentimientos (incluso los sentimientos “malos”)
“Es una gran falta de respeto impedir que las personas, incluyendo a nuestros niños, expresen sus sentimientos”, señala Jane Nelsen, autora de la serie de libros (enlace en inglés). Primero, reconoce su ira o frustración. Posteriormente, ayúdale a encontrar una forma de expresar sus intensos sentimientos de forma segura y respetuosa. Respetar las emociones de un niño no significa pedirle que se calme, explica Ayden Sanders, un adolescente que luchó contra la ira durante su preadolescencia. “Mis padres me decían que me calmara. Eso no hacía más que empeorar las cosas”, señala el chico. De hecho, intentar decirle a alguien que no se exprese, y, por lo tanto, que no sienta sus emociones, nunca resulta útil.
En lugar de ello, limítate a describir la conducta que estás observando como una forma de validar sus sentimientos. Este es un primer paso para desarrollar la autoconciencia y autorregulación de tu hijo, y una excelente forma de alejarte del caos y la confusión. Nelsen sugiere decir algo tan sencillo como: “Noto que estás muy molesto. Recuerda que te quiero mucho y estoy aquí si necesitas un abrazo”. Si está dispuesto a hablar, señala la autora, tan solo pregunta: “¿Puedes contarme más?”.
Coor está de acuerdo en que la empatía hace maravillas para calmar la tormenta. “Esfuérzate en ver la situación desde su punto de vista”, indica. “Indícale que entiendes lo que siente. Cuando los niños se sienten comprendidos, es más probable que se tranquilicen, incluso si las cosas no salen como ellos querían”.
Concéntrate en la conexión, no en el castigo
Cuando tu hijo está frustrado, enfadado o furioso, trata de no apresurarte a corregirlo, indica Coor. En lugar de ello, intenta conectarte con él. ¿Por qué? Conectarte con tu hijo los ayuda a ambos a entender la razón detrás del arrebato. Es muy posible que tu hijo pareciera estar molesto por tener que limpiar su habitación, pero cuando los ánimos se han calmado, puede que exista la solución al problema (pues la ira es la expresión de un problema que espera ser solucionado). Puede que siempre le pidas que limpie su habitación antes de simplemente preguntar sobre su día. Quizá piense que tus primeros impulsos son causar molestia o sermonear en lugar de abrazarlo (sí, los estudiantes de escuela primaria se benefician de los abrazos, aunque pongan mala cara al escuchar sobre ello). Quizá necesite algo de descanso después de clases o un sábado por la mañana para hacer lo que quiera antes de comenzar con las tareas del hogar. Esto no quiere decir que deba saltarse sus obligaciones. Sin embargo, si el objetivo final es establecer una relación íntima y honesta con tu hijo, un esfuerzo extra de tu parte rendirá sus frutos a largo plazo.
Gran parte de su ira es justificable (así que limítate a escuchar)
Otro motivo para la ira de tu estudiante de tercero, cuarto y quinto grado, aparte de la presión escolar, social y familiar, es que tu hijo podría estar reaccionando con enojo a problemas ambientales, políticos y raciales. A nivel de desarrollo, los niños de edades comprendidas entre 7 y 11 años se encuentran trabajando para crear un sentido de identidad bien establecido e independiente al de sus padres. Además, se ha despertado en ellos una conciencia relativamente nueva sobre el mundo que los rodea y desarrollan un fuerte sentido de la igualdad, la justicia y de lo que es correcto e incorrecto.
“El primer impulso de un padre es intentar hacerlos sentir mejor”, señala Coor. “Pero no puedes hacer que tu hijo sienta algo. Lo que puedes hacer es brindarle tu compañía. El simple hecho de decir: ‘Cuéntame lo que ocurrió, estoy aquí para ti’ le hará saber que cuenta contigo. No necesitas resolver el problema. Puede que tu hijo solo necesite a alguien que lo escuche y expresar su frustración”.
Reconoce qué es “normal” y qué no
La ira de la mayoría de los niños es bastante típica y apropiada a su nivel de desarrollo. Sin embargo, es buena idea buscar ayuda cuando la ira de tu hijo (emocional o física) le causa daño a otros miembros de la familia o a sí mismo. “Si tienes un hijo muy volátil, yo consideraría buscar ayuda”, recomienda Coor. “Puedes hacer tu mejor esfuerzo para ayudar a tu hijo, pero hay ocasiones en que se necesita ayuda profesional”.
Además, ten en cuenta que a los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH, les resulta más difícil manejar la frustración y la ira, y puede que sean más volátiles. Si sospechas que tu hijo padece algún trastorno de conducta o aprendizaje subyacente, el período comprendido entre tercero y quinto grado es un buen momento para descubrirlo, someterlo a una evaluación médica y recibir ayuda profesional.
Así le ocurrió a Jamie Sanders, quien (enlace en inglés). Su hijo, Ayden, fue diagnosticado con TDAH. En la actualidad, Sanders y su esposo usan disciplina positiva para manejar las intensas emociones de su hijo, tales como hablar sobre cualquier momento difícil que atraviesen y discutir sobre formas para mejorar. “Aún sigue experimentando arrebatos ocasionales”, señala Sanders. “Pero ya no son tan intensos ni frecuentes. Nuestra vida familiar es mucho más tranquila ahora”.
Demuestra la conducta que quieres observar
Tras experimentar un momento difícil con tu hijo, reúnanse cuando todos se hayan calmado. Si necesitas disculparte por haber perdido la compostura, hazlo. (Recuerda: estás demostrando cómo pedir perdón). “Esto puede ser de gran ayuda para enmendar sentimientos heridos”, explica Nelsen, y le enseña a tu hijo que cualquiera puede cometer errores, incluso los padres.
Además, dice Nelsen, “¿Cómo puedes esperar que los niños controlen su conducta si no demuestras que controlas la tuya?”. Incluso cuando no lo parece, los niños te toman como ejemplo. “Si eres la clase de persona que arroja una engrapadora al otro lado de la habitación, no te sorprendas si tu hijo hace lo mismo”, señala Coor. Por otro lado, si estás enfadado, pero logras explicarle a tu hijo con calma y usando palabras respetuosas lo que te molesta, él aprenderá a expresar sus emociones de una manera que permita que ambos interlocutores se sientan seguros y comprendidos.
Nelsen explica que para mostrarle a tu hijo una conducta apropiada, podrías decir algo como: “Vaya, estás muy molesto. ¿Me pregunto qué hice para causar semejante disgusto? Necesito hacer una pausa hasta sentirme listo para hablarte de forma más respetuosa”. O “¿Qué nos ayudaría en este momento? ¿Nos serviría hacer una pausa? Estoy aquí para escucharte”.
¿El consejo de Ayden sobre cómo pueden los padres afrontar la ira de su hijo? “Le he dado muchas vueltas al asunto”, explica el chico, quizá tras haber adquirido algunas técnicas de disciplina positiva que le han demostrado sus padres. “Si está molesto, lo dejaría solo y más tarde le hablaría al respecto, cuando esté más tranquilo”.
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