Antes de que Alyssa se convirtiera en madre, estaba segura de que no tendría uno de esos niños incontrolables y berrinchudos. “Observaba las rabietas de los hijos de otras personas y pensaba: ‘Nunca tendré hijos que actúen así’”. Hoy en día es madre de gemelos de 5 años, y no puede hacer más que reírse de haber estado tan segura de que sus hijos siempre estarían llenos de felicidad y compostura. Sí, dice Alyssa, sus hijos Parker* y Mason* suelen ser amables y bondadosos. Sin embargo, también hay momentos en los que pierden los estribos de forma desmesurada, en ocasiones por motivos aparentemente insignificantes. “Me sorprenden los motivos que pueden desatar su ira”, señala Alyssa. “Y también me sorprende cuán enfadado puede llegar a estar un pequeñín”.
Este año ha sido particularmente malo. “No sé si se deba a la edad o a la pandemia”, pero ahora que ingresaron al kínder, sus hijos estallan de furia con más frecuencia y facilidad. Si trabaja hasta tarde y deja a un lado el horario que los niños dedican a “pasar tiempo con mamá”, Alyssa señala que “la crisis que invade a Mason resulta apocalíptica”. En cuanto a Parker, “su ira actual es muy intensa. Casi parece vibrar a causa de esta. En ocasiones, si está construyendo una estructura y esta no se mantiene en pie, toma la pieza magnética, la muerde y comienza a gritar”.
Hay ocasiones, admite Alyssa, en las que ella quisiera gritar: “¡Dejen de gritar!”.
Interpreta la ira de tu niño como una “tapadera emocional”
Los expertos en disciplina positiva instan a los padres a ver más allá de los pucheros y berrinches de su hijo de 5 años y preguntarse por qué se están portando mal. ¿Por qué? Porque cuando te centras en la ira, pierdes la oportunidad de percibir los sentimientos que impulsan la ira de tu hijo. “Los padres son más eficaces cuando se colocan el sombrero de detective e intentan entender la idea detrás de la conducta”, explica Jane Nelsen, autora de la serie de libros .
Sin importar cuán enfadado esté tu hijo, una de las mejores estrategias es identificar el sentimiento que tu hijo está encubriendo, explica Nelsen. Puede que tu hijo sienta vergüenza, rechazo o ansiedad. Dentro de ese estudiante berrinchudo de kínder hay un niño de 4, 5 o 6 años que se siente frustrado, triste, cansado, solo o asustado. En la mayoría de los casos, se trata de un niño cuyos sentimientos resultan abrumadores, confusos y aterradores. Los padres pueden apoyar a su hijo ayudándole a descubrir (y entender) las emociones subyacentes.
Nelsen incentiva a los padres a abordar la ira con curiosidad, en lugar de reprimendas o castigos. Puede que tu estudiante de kínder haya armado un berrinche en casa porque fue rechazado por los niños de la escuela, o quizá olvidó hacer una tarea del hogar y cree que sus padres se enfadarán. Puede que solo esté exhausto o hambriento. ¿La ira de tu estudiante de kínder explota cuando se queda despierto después de su hora usual de dormir? ¿Podría deberse a que está hambriento, algo que una merienda saludable podría remediar? Nelsen indica que al “concentrarse en soluciones y no en castigos” al enfrentar emociones intensas, los padres pueden ayudar a los niños a aprender a autorregularse, que es una habilidad que les ayudará a largo plazo.
Permite que tu hijo exprese sus sentimientos
El siguiente paso, según los expertos en disciplina positiva, es darse cuenta de que la ira, al igual que las demás emociones, no está “mal”. Es parte de la condición humana. A esta edad, los niños están atravesando un desarrollo dramático a nivel social, emocional y cognitivo, y esto significa que se encuentran enfrentando muchos sentimientos nuevos, intensos y confusos.
“Los arrebatos son normales desde el punto de vista del desarrollo, y los niños se estresan al igual que los adultos”, señala la Dra. Nanika Coor, psicóloga clínica radicada en Brooklyn que se especializa en trabajar con padres.
Por lo general, el primer impulso de un padre es hacer todo lo posible para apaciguar la ira del niño, pero los niños necesitan expresarse, indica Nelsen. “Es una falta de respeto impedir que las personas, incluyendo a nuestros niños, expresen sus sentimientos”.
Coor está de acuerdo. “Si el niño tiene menos de siete años, resulta normal desde el punto de vista del desarrollo que sus emociones tomen el control. Si estás lidiando con un niño pequeño, en ocasiones lo mejor que puedes hacer es limitarte a acompañarlo y permitirle sentirse enfadado”. De hecho, proporcionarle un lugar seguro a tu hijo para expresar su ira podría ayudarlo a sentirse menos enfadado a largo plazo. ¿Por qué? “Los niños que se sienten vistos y escuchados se sienten comprendidos. También les ayuda a sentirse seguros, pues no les preocupa que sus padres los rechacen cuando se sientan mal”.
Ayuda a tu hijo a experimentar sentimientos complicados de forma segura
Al permitir que tu hijo exprese sus sentimientos, es importante evitar que se lastime a sí mismo o a los demás. “El adulto necesita actuar como el regulador emocional del niño en esos momentos y garantizar la seguridad de las personas y propiedades”, indica Coor. “Bloquéale físicamente la posibilidad de golpear. Si sabes que tiene tendencia a arrojar cosas y podría romper o arrojar objetos, puedes asegurarte de que los objetos frágiles o contundentes estén fuera de su alcance durante la etapa de arrojar objetos”. ¿Las buenas noticias, según Coor? Generalmente, los niños superan los berrinches que van acompañados de violencia física a medida que crecen.
Aplica la empatía, no el castigo
“No puedes hacer desaparecer los sentimientos con un castigo”, afirma Coor. “Los castigos (ya sea criticar, avergonzar, culpar, gritar o aplicar la ley del hielo) le enseñan al niño a no contarle sus errores a los padres”.
Aunque pueda parecer contrario al sentido común, la empatía resulta mucho más efectiva.
“Abordar con empatía las emociones intensas de un niño le hace saber que entiendes la dificultad que está atravesando”, señala Nelsen. Ella sugiere usar palabras empáticas y ayudar a los niños a aprender a identificar y darle un nombre a sus emociones. Por ejemplo: Veo que estás molesto, y lo siento. Te quiero. ¿Puedes contarme lo que sientes? Estoy aquí para escucharte. ¿Quieres un abrazo? Estaré aquí cuando te sientas listo para uno. ¿Te gustaría que nos tomáramos un tiempo a solas para contarme lo que sientes? Aunque pueda parecer simple, enseñarle a un niño pequeño palabras como molesto, triste, frustrado, preocupado, nervioso, asustado, abrumado, cansado, impaciente, solo, marginado, etc. puede ser de mucha ayuda para ayudarle a identificar y entender sus emociones. Es una técnica que le ayudará a desarrollar su IE (inteligencia emocional) en el presente y a largo plazo.
El objetivo es crear un lugar seguro para cuando tu estudiante de kínder se encuentre abrumado por sus sentimientos y ayudarle a aprender a procesarlos por sí mismo a medida que crece.
Las primeras veces que los padres pregunten, puede que el niño no sepa o sea incapaz de articular por qué estalló en ira. Sin embargo, los estudiantes de kínder pueden ser buenos resolviendo problemas. Alyssa charla con sus hijos con la mayor frecuencia posible cuando estos se han dejado dominar por la ira. “Les digo: ‘Sé que experimentaron sentimientos muy intensos. Hablemos sobre por qué se sintieron así’. Quiero ser la delegada emocional de mis hijos. Porque cuando están enfadados, lo que suelo ver es que se sienten tristes o asustados. Encontrar las palabras adecuadas les ayuda a saber que todo estará bien”.
* Por petición de Alyssa, los nombres de sus hijos han sido modificados para proteger su privacidad.
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