La relación problemática de mi hijo con la educación comenzó en el kínder. Era inteligente, pero no tenía motivación y todos los años tenía problemas con maestros con los que no lograba conectarse y tareas que, para él, eran inútiles. Para el último año de secundaria, su desilusión había llegado al punto máximo. Rara vez hacía la tarea y solía saltarse las clases. Su promedio de calificaciones (GPA) era fatal. A pesar de tener puntajes altos en los exámenes y el SAT (el examen de admisión a la universidad), no acumuló los créditos suficientes para graduarse y mucho menos para entrar a una universidad. A mediados del año escolar, sacó su GED y buscó trabajo en una ferretería.

Yo mantuve mis esperanzas en el futuro, esperando que no pasaría mucho tiempo en un trabajo aburrido de salario mínimo para que mi hijo inteligente e intelectualmente curioso entendiera por qué necesitaba un título. Y así fue, seis meses después, casi sin poder pagar la renta subsidiada que le estaba cobrando, me preguntó “¿Es muy tarde para que vaya a la universidad?”.

Lo dirigí a la universidad comunitaria más cercana. “Todo lo que debes hacer es ir allá, inscribirte y pagar la matrícula. ¿Qué tal si tú te inscribes y yo pago la matrícula?”. Me miró como si le hubiese lanzado un salvavidas.

Una buena opción

Obviamente, la universidad comunitaria es una buena opción para los chicos que no salieron lo suficientemente bien en la escuela secundaria para entrar a la universidad de su preferencia. Pero estas instituciones flexibles y de inscripción abierta con carreras de dos años también sirven para los estudiantes con aptitudes académicas que no pueden pagar los cuatro años de una universidad, así como también para los estudiantes que tienen problemas con el proceso de admisión a la universidad porque son los primeros de su familia en cursar estudios superiores o acaban de llegar a los Estados Unidos.

“La universidad comunitaria es una segunda oportunidad para entrar a tu institución de preferencia”, dice Daniel Nannini, quien forma parte del Centro de Convalidación de la Santa Monica College, una universidad comunitaria que en los últimos 23 años ha transferido a más estudiantes a la University of California que cualquier otra universidad. Las estadísticas lo comprueban: aunque las universidades comunitarias sirven a una población diversa, incluyendo estudiantes vocacionales y mayores, el 81 por ciento de los estudiantes se inscriben en una universidad comunitaria con la intención expresa de transferirse a una universidad de cuatro años y obtener su título. Y muchos lo logran. El 45 por ciento de los títulos de pregrado se otorgan a estudiantes que llegaron de una universidad comunitaria.

No hay motivo para abandonar tus sueños solo porque no ahorraste lo suficiente o no estuviste bien encaminado en la secundaria. De hecho, incluso si tienes el dinero y las notas para entrar a una universidad de cuatro años, la universidad comunitaria puede ser una buena opción.

“La universidad comunitaria no es la hijastra de la educación superior”, dice Paul Markham, director de programas de último año del equipo de Éxito Postsecundario de la Bill & Melinda Gates Foundation. “Las universidades comunitarias imparten una educación muy buena. Son una parte esencial de la educación superior estadounidense. No solo se puede lograr obtener un título universitario empezando con una universidad comunitaria, sino que hacerlo es algo muy sensato”. Para los estudiantes que quieren estudiar donde cometer errores o cambiar de carrera no es costoso, la universidad comunitaria es un excelente lugar para encaminarse, compensar los errores del pasado, obtener algo de madurez antes de irse de casa y ahorrar dinero.

Saca las cuentas

Las ventajas financieras de optar por una universidad comunitaria son claras. “Puedes ahorrarte una fortuna”, dice Nannini. Si obtienes tu título empezando en el primer año de una universidad de cuatro años, la forma menos costosa de hacerlo (sin contar con becas o ayuda financiera) es asistiendo a una universidad pública y pagando la matrícula dentro del estado. El costo promedio anual de optar por este camino es de $9.410 por la matrícula y honorarios. El costo promedio de un año en una universidad comunitaria es de $3.440. Así que esos dos años en la universidad comunitaria te pueden ahorrar más de $11.500 del costo de incluso el título universitario menos costoso.

“O, míralo de esta forma”, indica Nannini. “Mi hijo se graduó de UC Berkeley. Calculamos que pagó $300 por unidad de su matrícula”. (El estimado actual por unidad de la UC Berkeley está por encima de los $500). “El costo por unidad en la Santa Monica College es de $46”.

Profesores que realmente enseñan

Además de ahorrar dinero, los estudiantes de universidades comunitarias suelen beneficiarse de un sistema que está diseñado para ayudar a los estudiantes a obtener el éxito, incluso si necesitan clases de refuerzo. Los profesores de esos campus están allí para enseñar más que para profundizar sus propias investigaciones. Las clases suelen impartirse de forma más práctica, especialmente para los cursos que son obligatorios.

En contraste, las clases introductorias en las universidades públicas grandes suelen consistir en cientos de estudiantes viendo a un profesor-celebridad a través de un video mientras que un asistente de profesor califica sus exámenes y trabajos de investigación. En las universidades comunitarias, los salones son más pequeños y los profesores tienden a ser más accesibles e impartir más sus clases por sí mismos.

Asegúrate de seguir un plan

¿El lado malo? El proceso de convalidación puede ser confuso. Los estudiantes pueden terminar con créditos que no se convalidan. Y salir en dos años con los créditos suficientes para transferirse requiere de una planificación cuidadosa.

La mayoría de las universidades comunitarias tienen orientadores que ayudan a los estudiantes a navegar por el mar de los requisitos de créditos. Pero el proceso de transferirse de una universidad de dos años a una universidad de cuatro años conlleva muchos acuerdos y políticas entre instituciones que varía de universidad a universidad y, a veces, de facultad a facultad.

Algunas universidades no suelen aceptar estudiantes transferidos. Otras solo aceptan unos cuantos estudiantes al año. Existen otras que tienen una cantidad de cupos por repartir que en realidad hace más fácil la admisión por convalidación que enviando la solicitud para entrar como estudiante de primer año. Pero incluso las universidades que reciben estudiantes transferidos con los brazos abiertos pueden no aceptar todos los créditos o no aceptar estudiantes transferidos en todas las facultades.

¿Cuál es el primer paso para navegar con éxito por el proceso de convalidación? Busca las políticas y requisitos de convalidación de las universidades de cuatro años que te interesan y planifica tu tiempo en la universidad comunitaria con base en eso.

Por ejemplo, si tu sueño es asistir a Princeton, es poco probable que entres luego de pasar dos años en una universidad comunitaria, ya que Princeton no suele aceptar estudiantes transferidos. De forma similar, Stanford y Harvard solo aceptan unos pocos estudiantes por convalidación. Pero la University of North Carolina Chapel Hill acepta alrededor de 800 estudiantes por convalidación al año. Y el sistema de la University of California, con algunas de las mejores universidades públicas del país, inscribe a más estudiantes por convalidación de universidades comunitarias que cualquier otro sistema universitario de la nación de ese calibre.

Y así es, con variaciones de universidad a universidad y, dentro de las universidades, de facultad a facultad. Así que, antes de escoger el camino de la universidad comunitaria, busca tu institución de preferencia en Google o consulta (enlace en inglés) y descubre las políticas de convalidación de tus universidades de ensueño. Luego, investiga las facultades que te interesan para asegurarte de que acepten convalidaciones.

“Los estudiantes que no entran a las universidades comunitarias con una estrategia para salir, suelen quedarse estancados”, dice Bob Patterson, vicepresidente de éxito estudiante, admisiones y servicios de pregrado de (enlace en inglés), una página que ayuda a los estudiantes a entrar, pagar y tener éxito en la universidad. Si no quieres acumular créditos que no aplican para tu título, debes pensar en convalidar tan pronto como pises el campus de la universidad comunitaria por primera vez. Claro, si estás dispuesto a gastar tiempo y dinero, tomar una variedad de cursos puede ser una forma divertida y poco costosa de explorar lo que quieres estudiar. Solo asegúrate de que la estrategia sea parte de tu plan general.

Retomar ese sueño

Ahora en su segundo semestre en una universidad comunitaria, mi hijo parece estar recuperándose de su depresión académica. Quiere graduarse de la University of California en Berkeley (o cualquier otra universidad de la UC) con un título en computación o algo similar. Las probabilidades están a su favor: dos de cada tres estudiantes por convalidación que solicitan un cupo del sistema de la UC son aceptados. El 90 por ciento de esos estudiantes por convalidación vienen de una universidad comunitaria de California. Y los estudiantes por convalidación de la UC rinden igual o hasta mejor que los estudiantes que entran desde el primer año.

Cole tiene buenas notas. Tiene determinación. Y todos sus cursos cuestan menos de $800 por semestre. Así que no me preocupo (mucho) por si sus clases de Astronomía, Cine, Historia del Occidente Estadounidense y Cálculo III contarán para su carrera. Él está enfocado en su meta. (Y en (enlace en ingles), un sitio que ayuda a los estudiantes de universidades comunitarias de California a escoger los cursos necesarios para transferirse).

Tengo amigos con hijos que dominaron la presión en la escuela secundaria para tener éxito y entrar a buenas universidades como estudiantes de primer año. Los escucho hablar con orgullo sobre estos éxitos obvios y los oigo quejarse de los costos. Estoy feliz por ellos y me compadezco de sus gastos.
Pero ni una sola parte de mí desea que Cole haya seguido el mismo camino. Al tomar una ruta alternativa a la universidad, aprendió lecciones de vida importantes. Va a la universidad porque quiere, no porque busca complacerme a mí o a alguien más. Va a lograrlo sin endeudarse. Y cuando se gradúe de su carrera, habrá aprendido que existen muchas formas de cumplir los sueños. Y eso no es algo que necesariamente te enseñan en la universidad.

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