Luego de terminar la primera mitad del primer año de la escuela secundaria, ahora es un buen momento para preguntarle a tu hijo cómo se siente acerca de la escuela, las calificaciones, las clases y los maestros. Puedes ofrecerle tu apoyo y consejos, lo que es genial. Pero recuerda, mientras más escuches, más aprenderás.

Si todavía no lo haces, acostúmbrate a sentarte con tu adolescente y discutir su boleta de calificaciones juntos. Puedes usarlo como punto de partida para comprender cómo se siente acerca de la vida, la escuela, las amistades y todos sus demás compromisos.

A continuación, mencionamos algunos temas que pueden ser relevantes cuando hablan de las calificaciones:

  • ¿Tu hijo se siente cómodo en la escuela? ¿Por qué sí o por qué no?
  • ¿Tu hijo tiene amigos que sean entretenidos, solidarios y amables? Discute qué amistades valora tu adolescente y por qué.
  • ¿Qué tal maneja la entrega de proyectos tu adolescente? ¿Podría empezar a hacer trabajos y estudiar para los exámenes con mayor antelación? ¿Algunos proyectos son más difíciles de manejar para tu hijo?
  • ¿Tu adolescente está durmiendo lo suficiente?
  • ¿Tu adolescente se siente estresado con regularidad? ¿Qué ayuda a tu hijo a manejar el estrés?
  • ¿Puedes ayudar a tu hijo a encontrar un lugar más silencioso para estudiar?
  • ¿Tu hijo necesita hacer un par de amigos en una clase difícil para que se ayuden entre sí con la tarea o a estudiar para una prueba?
  • ¿Qué le gusta a tu hijo de la forma en que sus maestros enseñan? ¿Qué podría mejorar? ¿Puede tu hijo tomar más clases en el futuro con maestros que le agradan?
  • ¿Tu adolescente está involucrado en actividades extracurriculares? Si es así, ¿cómo le va? Si no es así, ¿hay alguna actividad o club que a tu hijo le podría interesar?
  • ¿Cómo se siente tu hijo sobre sus calificaciones? ¿Siente que sus calificaciones reflejan el esfuerzo que ha hecho?

Hay una razón por la que la pregunta de las calificaciones es la última: todos estos otros factores afectan las calificaciones de tu adolescente. Entonces, con una boleta de calificaciones en la mano, es fácil enfocarse en los resultados, pero es más efectivo enfocarse en todos estos aspectos.

Claro, el promedio de calificaciones (GPA) de tu hijo es uno de los factores principales que las universidades consideran cuando lo evalúan para la admisión. Las universidades también analizan qué tan desafiantes son los cursos de un estudiante, es decir, si tu hijo tomó cursos de honores o si tu hijo escogió el curso de matemáticas más sencillo o el más difícil.

La buena noticia es que las universidades le dan menos importancia a las calificaciones del primer año de un estudiante que a las del segundo año y especialmente a las del tercer año, según Sue Chapman, una consejera universitaria del área de la bahía. “Los funcionarios de admisión universitaria entienden que los estudiantes de primer año de escuela secundaria solo tienen 14 años y aún se están adaptando a la secundaria y buscando su camino. Algunas universidades ni siquiera miran las calificaciones del primer año de la escuela secundaria y otras sí lo hacen, pero no les prestan tanta importancia”.

Si a tu hijo le fue bien en la primera boleta de calificaciones de la escuela secundaria, eso es una gran noticia. Pero no entres en pánico si no fue así. Como dice Chapman, el ritmo y las expectativas de la escuela secundaria son un desafío para muchos estudiantes. Al mismo tiempo, es importante que tu hijo entienda que, si quiere ir a la universidad, sus opciones de clases y calificaciones en la escuela secundaria marcarán la diferencia. Cuanto más se desafíe a sí mismo y mejor sea su GPA, tendrá más alternativas en términos de opciones y becas universitarias.

Las experiencias de tu hijo durante el primer año de escuela secundaria les dan a ti y a él la oportunidad de evaluar cómo le va y qué medidas correctivas tomar, de ser necesario. “Si en la boleta ves más calificaciones deficientes (C) que sobresalientes (A o B), debes intentar descubrir si es una cuestión de esfuerzo o si tu hijo necesita ayuda adicional”, dice Chapman. Quizás tu hijo esté demasiado comprometido o estresado. Quizás algunos problemas entre amigos estén causando que tu adolescente no pueda dormir y se sienta incómodo en clase. Estas son pistas de que tú, como padre, puedes ayudar a tu hijo a conectarse realmente con lo que está pasando en su vida. Este tipo de autorreflexión puede ayudar a tu adolescente a tomar decisiones más perspicaces del día a día y del panorama general en el futuro.

Si las calificaciones de tu hijo no son buenas, pregúntale qué cree que ocurrió, pero no le recrimines ni le des un sermón. Si lo haces, se pondrá a la defensiva y la conversación no resultará útil. Es probable que tu hijo también esté decepcionado de sus calificaciones y tus reproches solo lo harán sentirse peor. En su lugar, ayuda a tu adolescente a pensar en pasos específicos y prácticos que puede tomar para mejorar sus hábitos de estudio.

Pregúntale si cree que necesita más apoyo o ayuda de la que recibe en clase. Si tu hijo siente que se está esforzando, pero no entiende mucho del material, probablemente se beneficiará de recibir ayuda adicional, y este es el momento de identificar si ese es el caso. Muchas escuelas secundarias ofrecen horas de tutoría durante o después de clases. Comunícate con sus maestros o con el consejero de la escuela y pídeles consejos sobre cómo puede tu adolescente recibir la ayuda que necesita.

Anima a tu hijo a hablar con sus maestros acerca de lo que puede hacer para mejorar sus calificaciones. Por ejemplo, si tu hijo sacó una B en historia, pero sabe que puede obtener una mejor calificación, haz que se quede después de clases para que le pregunte al maestro qué puede hacer para mejorar su calificación. A menudo, los maestros permitirán que los estudiantes mejoren sus calificaciones con un proyecto o trabajo de investigación adicional. Muchos adolescentes se resisten a hablar con los maestros, administradores escolares y otros adultos por timidez o miedo, pero es importante para ellos solicitar ayuda cuando la necesiten y aprender a abogar por sus intereses. Es una habilidad que también les servirá en la universidad.

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